Después de la liberación nacional, el gobierno central comenzó a implementar reformas democráticas en la región de Kham, que limita con el Tíbet. Los esclavistas de Kham, descontentos por haber perdido su paraíso donde oprimir y tiranizar a los siervos, iniciaron una rebelión armada, llevando a cabo una sangrienta y despiadada represalia contra los equipos de trabajo de reforma y los siervos que habían logrado liberarse.
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