Prólogo

Géneros:Romance contemporáneo Autor:Señorita LiTotal de palabras:854Actualización:25/05/22 03:23:37

  En el año 19XX, Zou Bei nació en el decadente pueblo de Zou. Las montañas eran pobres, no había transporte, la única manera de llegar al pueblo era caminar. Su madre no pudo soportar la dureza de las montañas y abandonó a su hija antes de que cumpliera un mes, dejando a padre e hija solos. Zou Feng usó toda su capacidad para amar a su hija.

  Zou Feng no sabía cuándo comenzó a fantasear con su pequeña hija, ni cuándo el 'amor' por su hija echó raíces en su corazón, rechazando toda belleza exterior, viviendo solo con su hija, hasta que un día, en un acto irracional, la poseyó de manera abrumadora.

  Cuando Zou Bei no quería que su padre le buscara una madrastra, ya no sabía que había caído en el pantano del incesto. La existencia de todos los demás era prescindible. Desde los once años, después de experimentar por primera vez el éxtasis, se enamoró de esa sensación. Sin embargo, cuanto más aprendía y más profundizaba en el conocimiento, todo cambió. Ese amor era agridulce.

  Zou Bei odiaba... un odio sin fin. Odiaba al hombre que la había poseído, odiaba al hombre que le robó su virginidad, y más aún odiaba... que ese hombre fuera su padre. Incapaz de soportar esa verdad, Zou Bei se alejó de ese lugar sórdido y se dirigió hacia un mundo de colores.

  Zou Feng no recordaba el año, el mes o el día en que su hija se fue. Solo recordaba cuando esa persona que solía decir; 'Papá es el mejor, también te amo papá', lo odiaba, lo llamaba sórdido, sucio, un ladrón. Zou Feng guardó un silencio sombrío. ¿Un ladrón? Bei Bei... papá robó tu cuerpo pero no pudo robar tu corazón. En comparación, no tengo nada. El hombre cerró sus ojos estrechos, lágrimas ardientes cayeron por sus sienes, tan dolorosas, tan serenas.

  El tiempo pasaba en silencio, Zou Bei conoció la realidad de la bulliciosa ciudad, las caras despreciables de los hombres frívolos, los corazones llenos de contaminación. Recordando al hombre que siempre la esperaba en casa, pensó que, después de todo, si era amor verdadero, era dulce y cálido. Incesto, inmoralidad, perversión, no eran más que un obstáculo en el corazón. Con un padre fuerte a su lado, ninguna presión era presión, era la cinta de la vida, las arrugas dejadas por el amor.

  El granero de la casa estaba lleno de alimentos, la vista de la abundancia no podía calentar el corazón de Zou Feng, frío, el viento helado podía colarse en cada rendija de sus huesos, en el silencioso patio solo el sonido de su propio latido marcaba el ritmo, tesoro, tu padre una vez dijo; esta vida siempre será tu respaldo, no importa a dónde vayas, no importa lo que encuentres, este siempre será tu hogar, tu padre te espera en casa.

  Tres años después, cuando Zou Bei apareció ante Zou Feng con las manos vacías, usando un tono calmado para decirle a ese hombre marcado por la vida; donde nací, allí moriré.

  El hombre miró a esa persona que seguía siendo tan hermosa y dijo; tu padre te acompañará...